Manuel Gómez Balsalobre

Un realismo íntimo
Fue necesaria la explosión de los hiperrealistas italianos para que en el universo de la plástica, sometido desde hacía décadas a la abstracción empezara de nuevo a prestar atención a la pintura figurativa. Pero hasta ese momento miles de artistas habían seguido plasmando en sus lienzos -pese a veces a durísimas descalificaciones de los grandes santones- lo que veían y en cómo lo veían estaba, rebozado con buen oficio, el Arte. En España, entre otros muchos buenos: Antonio López, Naranjo y Laffón. Gómez Balsalobre, a quien he pictóricamente hace más de veinte años, es básicamente un ser honesto y esa calidad humana se trasluce en su obra. No se limita a una línea cómoda que inevitablemente le hubiera llevado a lo “comercial”. Pinta aquello que te inquieta, puede ser una marina, la fijación fotográfica de viejos oficios a través de una figura de los últimos artesanos; de rincones e interiores de hogares que la piqueta del progreso dejará como acta notarial del pasado… y sus bodegones compuestos de algunos materiales de desecho que reunidos y en el lienzo encuentran una armonía inexplicable. Otros, con recreaciones de metales, donde a veces se ve hasta el viejo zurcido, me han hecho recordar a Zurbarán en su “Refectorio de Cartujos”. Y sigue su camino rectamente.

Vicente Peris

En torno a la obra de Manuel Gómez Balsalobre
Desde las lejanas lecciones de pintura y dibujo recibidas por el alcazareño Manuel Gómez Balsalobre del maestro-artista Castellote en Barcelona hasta las últimas obras plásticas, que ha realizado el que fuera alumno, ha transcurrido un largo periplo artístico, enriquecido con mil y un temas, la mayoría de ellos tratados técnicamente con un gran realismo, propio de la escuela pictórica mediterránea a la que Gómez Balsalobre pertenece por generación y estilo. La primera exposición individual del artista tuvo lugar en 1974. Desde entonces han proliferado sus muestras pictóricas, ampliándose su geografía expositiva por toda España con gran éxito de público y crítica especializada, como lo demuestran sus numerosos catálogos. Su obra, seleccionada en muchos certámenes, cuenta con reconocidos premios, aparte de varias menciones en los Salones de Otoño de Madrid y presencia en museos e instituciones y colecciones privadas, nacionales y extranjeras. Toda ella pertenece a la escuela del realismo moderno que aúna concepto, forma y ejecución. La suma de aciertos, minuciosamente tratados en sus lienzos, acuarelas u grabados, han permitido y permiten analizar su extenso repertorio temático, desde el paisaje, el bodegón, la figura y las escenas costumbristas, hasta la más reciente temática, cual es el mundo taurino, todo él con la realización de soberbios ejemplos.

Federico Lara Peinado

Catedrático de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid